3 alternativas para conocer Neuquén en una escapada
El territorio neuquino es la definición perfecta de maravillas naturales que se cuelan en la lista de imperdibles de cualquier aventurero. Y cuando el tiempo apremia, nada mejor que tener una ruta trazada.
Villa La Angostura, Villa Traful y San Martín de los Andes hacen los honores de regalar panorámicas de lujo mezcladas con gastronomía regional y mucha naturaleza, condimentos perfectos para disfrutar de un fin de semana en la Patagonia.
Hagamos una apuesta. Si después de leer este artículo te urge conocer la Patagonia argentina, regalate 72 horas en una de las provincias más increíbles del país de la celeste y blanca. Prometemos que serán suficientes para hacer bailar al corazón. Además, nadie se arrepiente de gozar entre postales dignas de cuento, reflejos azules de algunos de los lagos más bonitos de la región, senderos interminables y experiencias increíbles que han sido inmortalizadas en lentes y retinas del mundo entero.
Neuquén deja fascinado a quien decida visitarlo.Invierno, verano, otoño o primavera: todas las respuestas son correctas. Es que su oferta es tan versátil como fantástica. A tal punto que es dueña de paisajes que han inspirado al mismísimo Walt Disney a crear su mundo mágico. Y al igual que el magnate cuentista responsable de gran parte de las sonrisas de nuestra infancia, la ecuación patagónica de espejos de agua y picos montañosos, te harán mostrar los dientes durante toda tu estadía. Pero vamos a los hechos, ¿qué hacer por estos caminos? Debajo la travesía completa:
Una locación que alcanza las expectativas exploradoras (e incluso las supera): Villa La Angostura tiene todo eso que despierta al motor viajero. Por ejemplo, a 7km del centro existe un compilado de bosques de pino y calles mágicas que ilumina la mirada de todos sus visitantes. Se trata de Bahía Manzano, la gran aliada si de alojamientos y gastronomía se trata. ¿Sabores imperdibles? Cordero patagónico al asador, trucha salmonada y cazuela de ciervo.
Algo más lejos está la joyita disparadora de Bambi – la película, claro -: el Parque Nacional Los Arrayanes. Son miles de árboles anaranjados de 25 metros de altura y hasta 600 años de antigüedad que forman la imagen perfecta. Dicho sea de paso, un privilegio natural único en el mundo. Sobran los caminos, los miradores y los maravillosos lienzos que cargan de energía y paz a cada espectador. Lo mismo sucede en el Lago Espejo que, como su nombre lo indica, revela en su reflejo una segunda versión del paisaje patagónico. ¿Lo mejor? Se puede visitar durante el día y descubrir su cielo estrellado por las noches en uno de los campings más conocidos de la Ruta de los 7 Lagos.
Ahora bien, si las palpitaciones incesantes son necesarias para el disfrute, el Cerro Bayo será la locación ideal. Por aquí abundan los planes para intrépidos y aventureros. Ya sea mountain bike por circuitos especiales, trekking y hasta canopy entre el verde infinito de los bosques patagónicos. Y ojo porque el invierno también tiene su versión inquieta, pues cuando el verde se recubre de nieve se habilitan pistas varias para los fanáticos del esquí y el snowboard. En ambos casos, verano o invierno, los más ávidos fotógrafos que se despiertan al viajar estarán felices de capturar algunas de las panorámicas más hermosas de la zona.
Hagamos una apuesta. Si después de leer este artículo te urge conocer la Patagonia argentina, regalate 72 horas en una de las provincias más increíbles del país de la celeste y blanca. Prometemos que serán suficientes para hacer bailar al corazón. Además, nadie se arrepiente de gozar entre postales dignas de cuento, reflejos azules de algunos de los lagos más bonitos de la región, senderos interminables y experiencias increíbles que han sido inmortalizadas en lentes y retinas del mundo entero.
Neuquén deja fascinado a quien decida visitarlo.Invierno, verano, otoño o primavera: todas las respuestas son correctas. Es que su oferta es tan versátil como fantástica. A tal punto que es dueña de paisajes que han inspirado al mismísimo Walt Disney a crear su mundo mágico. Y al igual que el magnate cuentista responsable de gran parte de las sonrisas de nuestra infancia, la ecuación patagónica de espejos de agua y picos montañosos, te harán mostrar los dientes durante toda tu estadía. Pero vamos a los hechos, ¿qué hacer por estos caminos? Debajo la travesía completa:
Villa La Angostura
Una locación que alcanza las expectativas exploradoras (e incluso las supera): Villa La Angostura tiene todo eso que despierta al motor viajero. Por ejemplo, a 7km del centro existe un compilado de bosques de pino y calles mágicas que ilumina la mirada de todos sus visitantes. Se trata de Bahía Manzano, la gran aliada si de alojamientos y gastronomía se trata. ¿Sabores imperdibles? Cordero patagónico al asador, trucha salmonada y cazuela de ciervo.
Algo más lejos está la joyita disparadora de Bambi – la película, claro -: el Parque Nacional Los Arrayanes. Son miles de árboles anaranjados de 25 metros de altura y hasta 600 años de antigüedad que forman la imagen perfecta. Dicho sea de paso, un privilegio natural único en el mundo. Sobran los caminos, los miradores y los maravillosos lienzos que cargan de energía y paz a cada espectador. Lo mismo sucede en el Lago Espejo que, como su nombre lo indica, revela en su reflejo una segunda versión del paisaje patagónico. ¿Lo mejor? Se puede visitar durante el día y descubrir su cielo estrellado por las noches en uno de los campings más conocidos de la Ruta de los 7 Lagos.
Ahora bien, si las palpitaciones incesantes son necesarias para el disfrute, el Cerro Bayo será la locación ideal. Por aquí abundan los planes para intrépidos y aventureros. Ya sea mountain bike por circuitos especiales, trekking y hasta canopy entre el verde infinito de los bosques patagónicos. Y ojo porque el invierno también tiene su versión inquieta, pues cuando el verde se recubre de nieve se habilitan pistas varias para los fanáticos del esquí y el snowboard. En ambos casos, verano o invierno, los más ávidos fotógrafos que se despiertan al viajar estarán felices de capturar algunas de las panorámicas más hermosas de la zona.
Villa Traful
A 60km de Villa La Angostura se encuentra esta pequeña villa donde las aguas cristalinas del Lago Traful se funden en una misma tela con la pureza de sus cielos. Por supuesto, los paisajes acuáticos y playas se prestan tanto al relax como el turismo aventura. Una locación que, como todo Neuquén, no deja los gustos de nadie afuera. En este caso, la estrella deportiva es la pesca y por ende, también el buceo. Tanto así que hasta hay un bosque en el fondo del Traful. Sí, algo así como el Atlantis argentino. Son casi 60 árboles cipreses que sobrevivieron al tiempo y hoy se asoman a la superficie con total naturalidad. Si querés descubrir esta rareza del ecosistema neuquino, hay que navegar las aguas en embarcación.
Para los fanáticos de los caballos, las cabalgatas se postulan como un imperdible en territorio sureño que logra calar todavía más profundo en el corazón del turista de turno. El senderismo, sin duda, es una de las alternativas más elegidas, porque no importa el camino que se elija, siempre se llegará a buen puerto. De hecho, si de escalada se trata, los Cerros Negro y Monje son las primeras opciones. El nivel es bastante exigente y para disfrutar como corresponde la travesía, toma un día. ¿Postales? Muchísimas y algunas de las más icónicas se sacan desde el Mirador Traful.
San Martín de los Andes
La fórmula argentina vuelve a encontrar su lugar en el mapa: vistas alucinantes, gastronomía de alto nivel, turismo aventura y, claro, momentos de paz. Ahora el protagonista es San Martín de los Andes o para muchos, la inconfundible receta de la felicidad.
Como es de esperarse, los lagos son moneda corriente y maquillan el paisaje de tonos turquesas que detienen el tiempo. El plan es sencillamente admirar esos regalos de la madre naturaleza bajo el rayo del sol y guardar en la memoria la mayor cantidad de horizontes y atardeceres anaranjados. El cuadro perfecto se completa con el icónico Lago Lácar, ubicado dentro del Parque Nacional Lanín. El imperdible también aloja otros espejos de agua alucinantes: Curruhue Grande, Huechulafquen y Paimún, entre otras maravillas. Y si la idea es perderse en la naturaleza alejada del caos urbano, también está Quila Quina, una playa a 18km de la capital que además tiene la opción de dormir para estirar hasta el último segundo esos momentos de pura tranquilidad. Por último, a la dinámica alrededor del lago se suma un trekking por el bosque patagónico que culmina en la hipnotizante caída de agua de la cascada Ñivinco.
Lo mejor de todo es que cuando la dosis de calma llegue a su límite – si es eso posible – también se pueden apuntar a todo tipo de programas aptos para valientes. Por ejemplo, a dos horas de San Martín se habilita el clásico rafting en el río Aluminé, el Chimehuin o el Hua Hum. Y el famoso Cerro Chapelco, coronado cinco veces consecutivas como el mejor de Sudamerica por los World Ski Awards, es una coordenada espectacular para los deportes de nieve y en su versión veraniega, cabalgatas, escaladas, trekking, mountain bike y más. Dato: ¿querés sacar una de las mejores postales de San Martín? Llegá hasta la cima del Mirador de Bandurria o el Arrayanes y dispará con el lente que te acompañe. Ahora sí llegamos al final. ¿Te convencimos de conocer una de las provincias más radiantes de la Argentina? Entonces, nos cobramos la apuesta. Reconectá con tu mejor versión, esa que deslumbra cada vez que trazás un nuevo camino.
